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Friday, September 16, 2011

Estudio bíblico: El horno en llamas

Hace unos días, por motivos de fuerza mayor, me encontré en un estudio bíblico. No es que no tuviera opción, pero lo cierto es que no tenía nada mejor que hacer, y pensé aprovechar la oportunidad para ver si se podía sacar algo de provecha de una lectura bíblica.

La lectura de la noche fue el capítulo 3 del libro de Daniel, El Horno en Llamas
 Un horno en llamas. Como para quitarle lo ominoso al asunto


1 El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de alto por dos metros y medio[a] de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.2 Luego les ordenó a los *sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias, que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir.3 Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua.4 Entonces los heraldos proclamaron a voz en cuello: «A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se les ordena lo siguiente:5 Tan pronto como escuchen la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir.6 Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas.» 


 En resumidas cuentas, el rey Nabucodonosor tiene un problema de ego, se manda hacer una estatua gigantesca y amenaza al que no se postre ante ella a echarlo a "horno en llamas".

Ahí tienen a Dios diciendo "No tendrás otros dioses aparte de mí, yo soy el Señor tu Dio" y añadiendo la amenaza del infierno. Es interesante que la Biblia presenta a Nabucodonosor como un rey déspota y ególatra cuando Dios se comporta exactamente de la misma forma.

Pero sigamos


7 Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir.8 Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos:
 9 —¡Que viva Su Majestad por siempre! —exclamaron—.10 Usted ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, se incline ante la estatua de oro y la adore.11 También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore será arrojado a un horno en llamas.12 Pero hay algunos judíos, a quienes Su Majestad ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego. :


Recordemos que en ese tiempo, los judíos se veían como el pueblo escogido, así como los cristianos se ven  hoy en día. Así que Sidrac, Mesac y Abednego (Abdénago en otras traducciones) fueron los rebeldes que se negaron a postrarse ante la estatua que todos adoraban, aun a riesgo de ser echados al horno en llamas. Obviamente, si son parte del pueblo de Dios, ay, qué lindos. Pero si son otros los que se niegan a postrarse ante alguna falta de prueba, ah no, esos son herejes que no conocen al Dios verdadero.

13 Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey,14 Nabucodonosor les dijo:    —Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran a la estatua de oro que he mandado erigir?15 Ahora que escuchen la música de los instrumentos musicales, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer, y que la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos! 

 Resumiendo, Nabucodonosor los amenaza...

16 Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor:    —¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad!17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad.18 Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.


Esto es interesante y aquí estos tres dejan de pensar al permitir que sus creencias les apague la razón. Aseguran que su Dios los librará del horno, lo cual es una apuesta interesante, pero aseguran que aunque no los salve, ellos seguirán creyendo. ¿Se supone que eso es admirable? A pesar de la falta de pruebas, o al contrario, de la prueba de que dicho Dios no los salva, estos pretenden seguir creyendo, y demostrando así que no habrá nada que los saque de ese charco de irracionalidad. Y se supone que esto es una virtud para los creyentes, el seguir creyendo a pesar de que todos los hechos y todas las pruebas apuntan a lo contrario.

Lo que viene a continuación ya se puede prever, como se puede preveer el final de todo cuento de hadas

19 Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal,20 y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas.21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos.22 Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego,23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.
24 En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros:

   —¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?
   —Así es, Su Majestad —le respondieron.
25 —¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios![b] 

 No se dice directamente, pero se "sugiere" que Dios (al cual nadie ha visto, pero el rey dice que el cuarto se parece a un Dios) bajó a protegerlos del fuego, que había sido calentado "siete veces más", o sea, no ocho y seis, siete, porque el siete es el siete y es un número importante.

Tan caliente estaba el horno que mató a los soldados de Nabucodonosor. Obviamente para ellos no hubo piedad ni milagro, a pesar de ser simplemente gente obedeciendo órdenes. Qué justo que es Dios, ¿no?

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó:
   —Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios *Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá!
   Cuando los tres jóvenes salieron del horno,27 los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo! 

Oh, milagro. Estos 3 jóvenes que no renunciaron a Dios se libraron del fuego. Sin embargo, los cientos que murieron a manos de los emperadores romanos antes de que el cristianismo se volviera la religión oficial ardieron bastante bien. Y obviamente, si a algún creyente hoy en día le decimos que si tanto cree en que Dios lo salvará si pone su mano en una vela, nos vamos a topar con una negativa o con una quemadura.


8 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo.29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!»
30 Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia. 

Y el rey Nabucodonosor se convirtió, los jóvenes fueron ascendidos y premiados, y sus acusadores castigados. Y colorín colorado...


Cuando leímos este pasaje, la obvia "lección" fue que Sadrac Mesac y Abdénago fueron tan fieles a Dios que este los salvó del fuego ardiente, y que esa es una actitud de debíamos imitar, que cuando las cosas vayan mal, que confiemos en Dios. Pero también se añade el que, si algo sale mal, no hay razón para dejar de creer en Dios. En otras palabras, Dios sale ganando sin importar lo que haya sucedido. Esto es lo que la religión busca, el hacer de la creencia en Dios y en su infinito amor y bondad, etc, etc, algo tan inamovible que el razonamiento le deje espacio dentro del actuar de las personas.

Si bien pienso que cada quien es libre de creer en la locura que desee, este tipo de pensamiento es bastante nocivo, pues Dios nunca va a bajar a decirnos qué hacer o no hacer, y solo podemos confiar en lo que sus ministros dicen de este. Y basta con que se dé una interpretación tendenciosa y parcializada para tener una legión de zombies sin razonamiento haciendo lo que el pastor de turno desee. Eso es pues la religión.

Ah, me olvidaba. No faltará quien diga que caminar sobre el fuego es posible. Claro, es posible, y Michael Shermer explica cómo





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"Que esté permitido a cada uno pensar como quiera; pero que nunca le esté permitido perjudicar por su manera de pensar" Barón D'Holbach
"Let everyone be permitted to think as he pleases; but never let him be permitted to injure others for their manner of thinking" Barón D'Holbach